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Modelo sistémico

¿Qué es?

Todas las personas poseen profundas lealtades o fidelidades hacia su familia, son formas de conducta naturales.

Todos los seres humanos, sin excepción, provenimos de un sistema familiar y formamos parte de éste. Este vínculo es atemporal, en el sentido de que permanece más allá del tiempo y de la distancia física, independiente del nivel de agrado o  desagrado que sintamos hacia la propia familia o del tipo de relación que mantengamos con esta.

Somos y nos construimos en la relación con los demás, nuestro sistema familiar tanto lo que está en nuestro presente, como nuestros ancestros, está grabado en nuestras células.

Desde la visión sistémica, el ser humano es contemplado como parte de un sistema mayor en el que cada miembro forma parte y está en constante interrelación con los demás. El sistema primario de referencia es el de nuestra familia; este sistema se integra en otro mayor: el del vecindario o comunidad; éste, a su vez, se integra en el sistema-ciudad o población; éste, en el sistema-país… Y así, sucesivamente, se va ampliando el círculo hasta abarcar el Sistema-Universo. A partir de su comprensión podemos observar nuestra forma de relacionarnos con los demás, con nosotros mismos y con la vida. Nos permite vivir con mayor plenitud, desde la libertad que otorga el elegir con consciencia cómo queremos recorrer la travesía de la vida.

 Todos los sistemas se organizan sobre una determinada estructura con leyes, gracias a las cuales se logra la supervivencia. En el ámbito de las familias, nos referiremos a tres principios sobre los que se estructuran las relaciones y los vínculos:

Ley de la Pertenencia: cada miembro del sistema tiene un lugar propio

Ley de la Jerarquía: se define por el orden de llegada

Ley del Equilibrio: el intercambio entre el dar y recibir se da en toda relación humana. La medida de lo que será equilibrado o, por el contrario, desequilibrado, vendrá definido por el tipo de vínculo

El anhelo de pertenencia es uno de los sentimientos más imperiosos y profundos del ser humano, y cumple la arcaica función de mantener unido al clan.

En el proceso de individualización emerge cierto sentimiento de deslealtad. Al cuestionar la tradición familiar, podemos tener la sensación de estar diciendo NO a nuestro sistema.

El vínculo simbiótico con los progenitores consiste en querer hacerlos felices desde una lealtad y fidelidad ciegas. Comprendiendo esta profunda lealtad de un hijo hacia sus progenitores y su sistema, es como desarrollamos la comprensión sistémica del ser humano.

Ser padres no es una cuestión moral, sino biológica. La honra a los padres nada tiene que ver con una cuestión de moralidad o de obligación. Cuando podemos reconocer que el 50% nos viene de papá, y el otro 50% de mamá, algo en nuestra identidad se consolida.

La fuerza del adulto se alimenta del presente. Estar presente es asentir a la vida.

Juan resume la terapia sistémica como la forma de indagar en el sistema familiar de la persona puesto que esta influenciada por el mismo en todas las áreas de su vida, la pareja y cualquier grupo de pertenencia importante para el cliente.

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